"¿Una casa excesivamente limpia? Descubre cómo puede afectar tu salud"
Es un clásico del cine de terror: los moradores de una casa embrujada recurren a un espiritista para purgar su hogar de ese ente maligno e intangible. En la realidad, la verdad es que en cada uno de nuestros hogares se oculta una presencia invisible; no son fantasmas, sino microbios, y pueden ser tanto beneficiosos como perjudiciales. La ciencia revela una influencia cada vez más significativa del microbioma —incluido el que habita en nuestros hogares y lugares de trabajo— en la salud y la enfermedad. Ya se menciona el uso de probióticos para mantener un microbioma doméstico saludable: ¿Llegará el momento en que busquemos a un microbiólogo para sanar nuestro hogar?
Cada persona tiene su microbioma personal, configurado por una combinación de factores que incluyen la genética, el entorno y los hábitos de vida. Sin pretenderlo, esparcimos estos microbios y los intercambiamos: según citan los ecólogos microbianos Jack Gilbert y Erica Hartmann en una revisión reciente, cada hora liberamos al medio 31 miligramos de masa microbiana, 37 millones de copias de genomas bacterianos y 7 millones de copias de genomas de hongos. Es por ello que nuestro microbioma se parece más al de las personas con las que interactuamos con mayor frecuencia: familiares, amigos y hasta vecinos.
Como consecuencia, nuestros hogares también tienen su propio microbioma: bacterias, arqueas, virus y hongos que no solo proceden de nosotros sino, además, de los animales que viven en nuestra casa —las mascotas, pero también las cucarachas o los ratones—, del aire, del agua y del suelo.